De la lana al burel
Cuando los pastores nos envían la lana, ésta llega lavada de polvo y grasa natural, en fardos de 200 kg, muy densos y compactos. Los fardos ingresan a una máquina llamada Loba Abridora o Loba Misturadora, que abre las fibras y mezcla los colores mientras la suaviza. Una vez completado este proceso, se reserva en una habitación para que repose unas horas, para luego comenzar a cardarse.
el cardado
Trabajamos con tres tarjetas en máquinas belgas de más de 100 años que empezaron a funcionar con vapor, pasaron a nafta y sólo después se adaptaron a la electricidad. Las tarjetas mezclarán las fibras para lograr uniformidad en color y textura. Los domestican y guían en la misma dirección, para formar el velo en pequeñas tiras, tirando de las fibras hacia arriba para crear un mechón. La mecha no es de hilo, ya que aún no tiene la resistencia necesaria.
El cableado
Las mecheras se colocan en la hilandería para torcerse y estirarse, y formar el hilo hasta el espesor deseado, dependiendo del tipo de tejido, ya sea burel, mantas, franela u otros tejidos.
El tejido
Es hora de empezar a tejer.
Los telares se suministran con canillas y varillas para transformarlos en xerga. Cuando el sherga sale del telar, se pesa y mide, y luego pasa al control de calidad donde nuestros recolectores escanean la tela con la vista para cortar los nudos y los hilos que hayan podido quedar con diferente grosor.
El ultimátum
El acabado consta de varios procesos que estabilizarán el tejido, variando según el tipo de tejido deseado.
El llamado milagro de la industria textil que transforma la xerga en el tejido final, con la suavidad, color y resistencia que vemos en tejidos para confección, decoración y arquitectura. La tela se golpea en el suelo, se humedece con agua caliente, lo que hace que se encoja entre un 30% y un 40%, afieltrando y ganando la densidad deseada.
Sólo después de este largo y minucioso proceso tenemos el burel que conoces.